Sube con nosotros a bordo del velero Narinan. Dame la mano, un saltito, mantén el equilibrio y… nos recibe Kenneth Perdigón con mucho corazón, otras formas de entender la navegación y un libro de recetas para tripulaciones felices.
¿Zarpamos?
Tu nombre es Kenneth Perdigón, cuéntame de dónde viene
Las familias de mis padres son de origen humilde, creo que me pusieron un nombre extranjero, y de muy niño me apuntaron a una escuela de idiomas con la intención de facilitar, casi de provocar, que tuviera más oportunidades de las que ellos tuvieron de pequeños.
Hablemos del velero Narinan, otro nombre muy especial, ¿qué significa?
Es una contracción de la expresión catalana “Anar-hi anant”. Significa ir a tu ritmo, tranquilamente, sin forzar.
¿Cómo empieza la historia del Narinan y cuál era el propósito de este barco?
En mi vida marinera hubo un paréntesis de nueve años en los que trabajé de diseñador de moda. Me atrajo mucho la idea de cambiar de profesión, pero al echar mucho de menos el mar me compré el barco para vivir en él y navegar los fines de semana, las vacaciones.
Pero nunca fue suficiente, y un día decidí regresar a la profesión anterior, pero esta vez con barco propio. Aún siendo diseñador, cuando busqué el barco ya lo compré grande a propósito, pensando que esto podría llegar a pasar.
Así empezó el Narinan, como un hogar y una válvula de escape. Terminó siendo mi trabajo. Si quería navegar durante todo el verano, tenía que compartir la experiencia con más personas.
¿Qué es lo más bonito que ha pasado en los 10 años del Narinan?
Quizás ha sido haber podido enseñar una visión del mar y de la vela distinta a la que la gente se imagina.
Ver recompensada la brutalidad de energía que el proyecto requirió para funcionar. Para que los viajes vayan bien, hay una parte técnica, de navegación, de la profesión del mar. Pero al fin y al cabo lo más importante es que estén muy bien cuidados. Aprender a cuidar a la gente, a cualquier persona por igual, ha sido precioso.
¿Y lo más terrible?
Lo peor siempre son las averías, las reparaciones, el mantenimiento. Sé hacer de todo, pero no me gusta el bricolaje. En mi puerto, ¡nadie lo díría! Siempre soy de los que más cuida o prepara el barco. Pero esa es la realidad.
Prefiero mil veces leer a reparar el barco. Pero bueno, es algo que va muy unido al viaje. El próximo barco será muy pequeño, para que todo sea más fácil y rápido. El Narinan era enorme y dió mucha guerra en este sentido.
Hablemos de comida, ¿cómo es cocinar en un barco con una nevera más pequeña que el mini bar de un hotel?
Significa que tienes que aprender qué cosas frescas y naturales se pueden conservar sin nevera. Hay muchas, la verdad, pero tienes que experimentar un poco. Al final acabas poniéndole el ojo a cada receta que ves por ahí con estas posibilidades.
Esta experiencia gastronómica ha dado lugar a un libro de recetas, ¿qué tiene de especial el libro de cocina del Narinan?
Lo más interesante es que son muy fáciles. En realidad, no soy un gran cocinero. Lo que sucede es que me preocupé mucho de que las tripulaciones fueran felices. Eso hizo que aprendiera por lo menos, las recetas del libro. Mi sorpresa es que, con el tiempo, mejoraron mucho. Al final todos pedían las recetas para casa. Imagino que, sobretodo, porque eran cosas ricas y veían que se preparaban con pocas posibilidades y en un santiamén.
De todas las recetas, ¿cuál es tu favorita?
¡Ostrás, muchas! La ensalada de Quelitas, las almejas, el estofado de sepia…
El Narinan dejó de navegar en 2020, pero ahora estás en otro proyecto, ¿puedes contarme algo?
Claro, se trata de un velero de expediciones polares. Hace unos días que lo hemos estrenado. Estamos UK realizando los últimos ajustes y acabando de equiparlo para la primera expedición al Ártico. Vamos a Svalbard, lo más al norte que un barco puede navegar. Llevaremos a un grupo de geólogos a realizar un trabajo de recogida de muestras que durante el resto del año investigaran en sus laboratorios en Hamburgo.
El velero también tiene una vertiente divulgativa. La BBC y Netflix han reservado para filmar sus documentales de animales durante el próximo verano Antárctico. ¡Mañana viene a comer Bertie Gregory! De National Geographic, del que se dice que es el nuevo David Attenborough.
Pero quizás la principal vertiente, o al menos la más importante para el propietario del barco, es la educativa. Tenemos en marcha un proyecto de educación escolar. Ya es una realidad que hay varias escuelas en España y en Chile, siguiendo al barco, realizando actividades escolares relacionadas con nuestro viaje, con los lugares que vamos a visitar, con el mar.
El barco se llama Vinson of Antarctica, y el proyecto educativo Aprender Explorando.
Para quien quiera seguirlos un poco, ambos tienen su cuenta de Instagram.
La página web estará disponible dentro de unos días en este enlace.
Dices que la web de Narinan queda para otros proyectos personales, ¿alguna pista de lo que veremos?
La verdad es que he dejado estos tipos de proyectos personales a un lado. Hace poco me he dado cuenta de que muchos de ellos eran para promocionar al Narinan, o a mí mismo. De alguna forma tenía la necesidad de mantener vivo el fuego de las redes sociales, de la promoción del proyecto, haciendo cosas que, aunque fueran honestas y sinceras, eran para estar en la escena.
Me estoy desvinculando totalmente de ese concepto. Me gustaría hacer lo menos posible en ese sentido, desaparecer del mundo, dejar de hacer proyectos, dejar de proyectar, vivir más tranquilo, dedicar esa energía y ese tiempo a mejorar un poco por dentro.
Unos días antes de zarpar de Holanda con el nuevo barco envié a Barcelona todas las cámaras con las que pretendía documentar el viaje. Tenía planes creativos maravillosos, muy Narinan. Pero se acabó. Quiero ir manteniendo la página y el Instagram por si un día regreso con algún proyecto parecido, pero me gustaría publicar solo cosas que no contradigan lo que acabo de expresar. Por lo que imagino que habrá muy poca actividad.
He hecho un pequeño Instagram privado al que me conecto una vez a la semana, para no desconectar de mis padres y de la gente más cercana, y al fin y al cabo de la era en la que vivimos. Pero me gustaría desconectar mucho del mundo virtual, de las pantallas. Durante los años de Narinan dependí mucho de ellas, ahora me gustaría recuperar el presente, lo no virtual, lo que me rodea, cierto tipo de paz.
¿Nos recomiendas un libro, una película y un destino de viaje relacionado con el mar?
Dos libros del mar muy bonitos son “Eh, Petrel” de Julio Villar, el relato de una persona que circunnavegó el planeta saliendo desde Barcelona en los años sesenta con un barco pequeño, sin electricidad, ni motor, ni dinero. Es un canto a la vida, un libro precioso para cualquier persona, aunque no tenga experiencia en la mar o en los barcos.
Y para los más adictos a la profesión y a la navegación “El espejo del Mar” de Joseph Conrad. No mucha gente sabe que Conrad, un escritor excelso, fue capitán de veleros de carga durante el siglo XIX, cubriendo sobretodo la línea Australia- Europa. Este es un libro autobiográfico, su visión de la mar y de los marineros de antaño, un diamante, hay frases que los marineros leeríamos diez veces seguidas.
De adolescente vi decenas de veces “Le Grand Bleu”, desde que tengo Spotify me pongo la música muy a menudo.
“Tabarly” el documental con música de Tiersen sobre el magnífico navegante francés.
Hace unas semanas lloré bastante con el final de “Maiden Trip”, un documental sobre la primera vuelta al mundo en velero de una tripulación de chicas, en los años ochenta.
Y “Mediterraneo”, de https://justthesea.com/wp-content/uploads/2019/03/vivir-sobre-el-oceano-portada-1.jpgle Salvatores, ese es mi ideal del mar, la vida sencilla, sin épica, amar, nadar y leer.
Ahora no hay quien baje del Narinan.
Ha sido un auténtico placer conocer a Kenneth, su visión del mundo, sus proyectos de navegación y…
¡Se nos ha hecho la boca agua con su libro de recetas! ¿A ti también?
No sufras. Puedes pasar a hojearlo por nuestra tienda en Madrid.Just The Sea by Sea Lovers estamos en la libería náutica Robinson, en la calle Santo Tomé 6, barrio de las Salesas.
También lo tenemos en nuestra tienda online, mira aquí.
Y si te ha gustado la entrevista a Kenneth o quieres hacerle alguna pregunta, aprovecha los comentarios aquí abajo 👇
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Kenneth Perdigón y su Libro de cocina del Narinan
Sube con nosotros a bordo del velero Narinan. Dame la mano, un saltito, mantén el equilibrio y… nos recibe Kenneth Perdigón con mucho corazón, otras formas de entender la navegación y un libro de recetas para tripulaciones felices.
¿Zarpamos?
Tu nombre es Kenneth Perdigón, cuéntame de dónde viene
Las familias de mis padres son de origen humilde, creo que me pusieron un nombre extranjero, y de muy niño me apuntaron a una escuela de idiomas con la intención de facilitar, casi de provocar, que tuviera más oportunidades de las que ellos tuvieron de pequeños.
Hablemos del velero Narinan, otro nombre muy especial, ¿qué significa?
Es una contracción de la expresión catalana “Anar-hi anant”. Significa ir a tu ritmo, tranquilamente, sin forzar.
¿Cómo empieza la historia del Narinan y cuál era el propósito de este barco?
En mi vida marinera hubo un paréntesis de nueve años en los que trabajé de diseñador de moda. Me atrajo mucho la idea de cambiar de profesión, pero al echar mucho de menos el mar me compré el barco para vivir en él y navegar los fines de semana, las vacaciones.
Pero nunca fue suficiente, y un día decidí regresar a la profesión anterior, pero esta vez con barco propio. Aún siendo diseñador, cuando busqué el barco ya lo compré grande a propósito, pensando que esto podría llegar a pasar.
Así empezó el Narinan, como un hogar y una válvula de escape. Terminó siendo mi trabajo. Si quería navegar durante todo el verano, tenía que compartir la experiencia con más personas.
¿Qué es lo más bonito que ha pasado en los 10 años del Narinan?
Quizás ha sido haber podido enseñar una visión del mar y de la vela distinta a la que la gente se imagina.
Ver recompensada la brutalidad de energía que el proyecto requirió para funcionar. Para que los viajes vayan bien, hay una parte técnica, de navegación, de la profesión del mar. Pero al fin y al cabo lo más importante es que estén muy bien cuidados. Aprender a cuidar a la gente, a cualquier persona por igual, ha sido precioso.
¿Y lo más terrible?
Lo peor siempre son las averías, las reparaciones, el mantenimiento. Sé hacer de todo, pero no me gusta el bricolaje. En mi puerto, ¡nadie lo díría! Siempre soy de los que más cuida o prepara el barco. Pero esa es la realidad.
Prefiero mil veces leer a reparar el barco. Pero bueno, es algo que va muy unido al viaje. El próximo barco será muy pequeño, para que todo sea más fácil y rápido. El Narinan era enorme y dió mucha guerra en este sentido.
Hablemos de comida, ¿cómo es cocinar en un barco con una nevera más pequeña que el mini bar de un hotel?
Significa que tienes que aprender qué cosas frescas y naturales se pueden conservar sin nevera. Hay muchas, la verdad, pero tienes que experimentar un poco. Al final acabas poniéndole el ojo a cada receta que ves por ahí con estas posibilidades.
Esta experiencia gastronómica ha dado lugar a un libro de recetas, ¿qué tiene de especial el libro de cocina del Narinan?
Lo más interesante es que son muy fáciles. En realidad, no soy un gran cocinero. Lo que sucede es que me preocupé mucho de que las tripulaciones fueran felices. Eso hizo que aprendiera por lo menos, las recetas del libro. Mi sorpresa es que, con el tiempo, mejoraron mucho. Al final todos pedían las recetas para casa. Imagino que, sobretodo, porque eran cosas ricas y veían que se preparaban con pocas posibilidades y en un santiamén.
De todas las recetas, ¿cuál es tu favorita?
¡Ostrás, muchas! La ensalada de Quelitas, las almejas, el estofado de sepia…
El Narinan dejó de navegar en 2020, pero ahora estás en otro proyecto, ¿puedes contarme algo?
Claro, se trata de un velero de expediciones polares. Hace unos días que lo hemos estrenado. Estamos UK realizando los últimos ajustes y acabando de equiparlo para la primera expedición al Ártico. Vamos a Svalbard, lo más al norte que un barco puede navegar. Llevaremos a un grupo de geólogos a realizar un trabajo de recogida de muestras que durante el resto del año investigaran en sus laboratorios en Hamburgo.
El velero también tiene una vertiente divulgativa. La BBC y Netflix han reservado para filmar sus documentales de animales durante el próximo verano Antárctico. ¡Mañana viene a comer Bertie Gregory! De National Geographic, del que se dice que es el nuevo David Attenborough.
Pero quizás la principal vertiente, o al menos la más importante para el propietario del barco, es la educativa. Tenemos en marcha un proyecto de educación escolar. Ya es una realidad que hay varias escuelas en España y en Chile, siguiendo al barco, realizando actividades escolares relacionadas con nuestro viaje, con los lugares que vamos a visitar, con el mar.
El barco se llama Vinson of Antarctica, y el proyecto educativo Aprender Explorando.
Para quien quiera seguirlos un poco, ambos tienen su cuenta de Instagram.
La página web estará disponible dentro de unos días en este enlace.
Dices que la web de Narinan queda para otros proyectos personales, ¿alguna pista de lo que veremos?
La verdad es que he dejado estos tipos de proyectos personales a un lado. Hace poco me he dado cuenta de que muchos de ellos eran para promocionar al Narinan, o a mí mismo. De alguna forma tenía la necesidad de mantener vivo el fuego de las redes sociales, de la promoción del proyecto, haciendo cosas que, aunque fueran honestas y sinceras, eran para estar en la escena.
Me estoy desvinculando totalmente de ese concepto. Me gustaría hacer lo menos posible en ese sentido, desaparecer del mundo, dejar de hacer proyectos, dejar de proyectar, vivir más tranquilo, dedicar esa energía y ese tiempo a mejorar un poco por dentro.
Unos días antes de zarpar de Holanda con el nuevo barco envié a Barcelona todas las cámaras con las que pretendía documentar el viaje. Tenía planes creativos maravillosos, muy Narinan. Pero se acabó. Quiero ir manteniendo la página y el Instagram por si un día regreso con algún proyecto parecido, pero me gustaría publicar solo cosas que no contradigan lo que acabo de expresar. Por lo que imagino que habrá muy poca actividad.
He hecho un pequeño Instagram privado al que me conecto una vez a la semana, para no desconectar de mis padres y de la gente más cercana, y al fin y al cabo de la era en la que vivimos. Pero me gustaría desconectar mucho del mundo virtual, de las pantallas. Durante los años de Narinan dependí mucho de ellas, ahora me gustaría recuperar el presente, lo no virtual, lo que me rodea, cierto tipo de paz.
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Dos libros del mar muy bonitos son “Eh, Petrel” de Julio Villar, el relato de una persona que circunnavegó el planeta saliendo desde Barcelona en los años sesenta con un barco pequeño, sin electricidad, ni motor, ni dinero. Es un canto a la vida, un libro precioso para cualquier persona, aunque no tenga experiencia en la mar o en los barcos.
Y para los más adictos a la profesión y a la navegación “El espejo del Mar” de Joseph Conrad. No mucha gente sabe que Conrad, un escritor excelso, fue capitán de veleros de carga durante el siglo XIX, cubriendo sobretodo la línea Australia- Europa. Este es un libro autobiográfico, su visión de la mar y de los marineros de antaño, un diamante, hay frases que los marineros leeríamos diez veces seguidas.
De adolescente vi decenas de veces “Le Grand Bleu”, desde que tengo Spotify me pongo la música muy a menudo.
“Tabarly” el documental con música de Tiersen sobre el magnífico navegante francés.
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