Hay una ciudad en el archipiélago Svalbard, en Noruega, donde dicen que está prohibido morirse.
Te lo cuenta Nuria Murillo Lara en este fascinante texto sobre un lugar remoto y cómplice de las grandes expediciones polares.
Abrígate bien y sube a bordo con Nuria.
En mi vida siempre ha estado presente el mar
Nací al Sur, donde el Atlántico y el Mediterráneo se abrazan. En mi infancia viajaba en el Ibn Batuta, ferry que efectuaba la travesía del Estrecho.
En esos días en los que el barco se balanceaba, los vasos de té rodaban por los suelos y las olas cruzaban la cubierta de lado a lado, me escapaba y corría hacia la proa para sentir la fuerza del mar.
Fue sin duda Ibn Batuta, eterno viajero de la Edad Media, quien me adentró en el mundo de los grandes exploradores y así llegué a descubrir el lugar de partida hacia la conquista del Polo Norte: Svalbard.
Svalbard, la orilla fría
Relatos tradicionales escandinavos hablan de una tierra conocida como Svalbarð, literalmente “orilla fría”, pero fue Willem Barents quien la descubrió en 1596. Las islas sirvieron como base ballenera de neerlandeses, españoles e ingleses y aún perviven allí explotaciones mineras de carbón.
Longyearbyen, el mayor asentamiento de las Svalbard es el lugar habitado más septentrional del planeta. Un lugar peculiar donde conviven 2000 personas junto a 3000 osos polares, por lo que la ley exige que, cualquier ciudadano que abandone los escasos núcleos de población, vaya armado con un rifle por precaución.
Casi dos tercios de la superficie de Svalbard están protegidos, incluyendo tres reservas naturales, seis parques nacionales, 15 santuarios de aves y una zona protegida de especial interés medioambiental. De esta forma se ha recuperado la población de oso polares.
La ciudad donde está prohibido morirse
En estas latitudes la capa del subsuelo permanece todo el año helado. Es el permafrost que no deja crecer los árboles ni cultivar ningún alimento.
Longyearbyen se conoce como la ciudad donde está prohibido morirse, debido a la capacidad de conservar los cuerpos intactos al ser enterrados.
El permafrost también es el responsable de la ubicación del Banco Global de Semillas, que alberga cien millones de simientes de plantas alimenticias. Estas semillas se conservan a 120 metros de profundidad con una temperatura estable de -18 ºC, condiciones que garantizan su conservación durante varios siglos. Ante un cataclismo natural, una guerra o un apocalipsis, el banco de las Svalbard conocido popularmente como “La cámara del fin del mundo” daría una nueva oportunidad al mundo de reconstruirse.
Pero las condiciones de vida no son fáciles al Norte. En estas latitudes polares, las temperaturas no superan los 5ºC, y pueden llegar hasta los -50 ºC. Durante varios meses el sol no llega a salir. Hay una noche oscura que dura meses, con auroras boreales danzando hasta la nueva llegada de la luz, el sol de medianoche.
Y es ahí, en el solsticio de verano donde se observa el paisaje compuesto por tres colores: Blanco, Negro y Azul.
Los colores del Ártico
Esa limitación cromática lejos de perjudicarlo lo engrandece. Las montañas quedan reducidas a blanco y negro, trazos y líneas que forman extravagantes dibujos en tinta china sobre un lienzo blanco.
El azul aparece en todas sus tonalidades, el cielo, el mar, el agua convertida en esculturas flotantes, esas formas que invitan a la observación, a la ambigüedad, al encuentro con emociones y sentimientos.
Es en el mar Ártico donde los reflejos y las pequeñas ondulaciones del agua de repente cobran vida. Un mar manso en pocos minutos renace, se eleva, se enfurece y aparece con todo su esplendor y bravura.
Y es entonces cuando recordamos las vicisitudes del Fram, probablemente el barco de madera más resistente jamás construido. Y vemos a Nansen, a Peary, a Amundsen y a todos esos marineros curtidos, soportando largos años de espera atrapados en el hielo para conquistar la gloria de los polos.
La casual conquista del polo Sur
Amundsen es un personaje muy querido y presente en la historia de las islas.
Siempre recordado como el primero en conquistar al polo Sur cuando realmente su primer propósito fue conquistar el polo Norte.
Tras varios años conviviendo con los locales y aprendiendo técnicas de supervivencia, planeó una expedición hacia el Norte. Pero tras tener noticias de que Robert Peary se había adelantado en ser el primer hombre en llegar al polo Norte, hoy en día un hecho muy criticado y cuestionado ampliamente, Amundsen cambió sus planes en secreto.
Sin informar a sus patrocinadores ni su tripulación, puso rumbo al Sur. Llegó el 14 de Diciembre de 1911, adelantándose treinta y cinco días a su compañero el explorador Scott, que pretendía ser el primero en llegar.
Finalmente, Amundsen fue reconocido por ser el primer explorador que pisó los dos polos, acabando sus días en el Ártico que tanto amaba, desaparecido en sus aguas pilotando un avión en una misión de rescate.
Al observar estos paisajes de montañas rodeadas de agua y entre esos colores, Blanco Negro y Azul, llegamos a sentir que quizás el alma de Amundsen haya logrado reunirse con Frankenstein, personaje literario que Mary Shelley también hizo desaparecer entre los hielos del Norte.
Tanto la fragilidad de este entorno y su fauna como la vida de estos dos protagonistas, uno real y otro imaginario, pero ambos con historias increíbles, son los que me han inspirado para realizar esta serie de imágenes.
Todo es posible en las aguas del Ártico.
¿Quién es Nuria Murillo Lara?
Nuria es una fotógrafa que trabaja para construir una mirada sobre el paisaje natural.
Le gusta redescubrir lo cotidiano para engrandecer pequeñas historias.
Ha participado en numerosas exposiciones colectivas, y en su última muestra individual, en el Colectivo Imagen de Fuengirola, su obra se basó en la concepción clásica de los 5 elementos naturales de Aristóteles.
Pertenece al Colectivo Imagen de Fuengirola, a la Sociedad Fotográfica de Málaga y a la Confederación Andaluza de Fotografía.
Forma parte, junto a Mercedes Higuero Bisbe, de Lara&Bisbe. Un diálogo entre dos fotógrafas sobre la naturaleza y la arquitectura a partir de juegos e historias visuales.
El viaje de Nuria Murillo a Svalbard es la quinta entrega de la convocatoria Periplos. Una iniciativa que lanzamos este verano para amantes del mar y la fotografía.
Con esta iniciativa queremos que compartas con nosotros y nuestros sea lovers tu pasión por el mar.
👉 Si tienes una serie fotográfica sobre un destino de mar que te apasione, descárgate las bases en este post y participa. Estamos deseando viajar al mar contigo.
¿Qué te ha parecido esta inmersión en el Ártico de Nuria? Las historias de exploradores nos fascinan, ¿y a ti?, ¿eres un explorador de los mares? Cuéntanoslo en los comentarios de este post👇
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Nuria Murillo nos lleva a Svalbard con su serie fotográfica ‘Blanco, Negro y Azul’
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Te lo cuenta Nuria Murillo Lara en este fascinante texto sobre un lugar remoto y cómplice de las grandes expediciones polares.
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En esos días en los que el barco se balanceaba, los vasos de té rodaban por los suelos y las olas cruzaban la cubierta de lado a lado, me escapaba y corría hacia la proa para sentir la fuerza del mar.
Fue sin duda Ibn Batuta, eterno viajero de la Edad Media, quien me adentró en el mundo de los grandes exploradores y así llegué a descubrir el lugar de partida hacia la conquista del Polo Norte: Svalbard.
Svalbard, la orilla fría
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Longyearbyen, el mayor asentamiento de las Svalbard es el lugar habitado más septentrional del planeta. Un lugar peculiar donde conviven 2000 personas junto a 3000 osos polares, por lo que la ley exige que, cualquier ciudadano que abandone los escasos núcleos de población, vaya armado con un rifle por precaución.
Casi dos tercios de la superficie de Svalbard están protegidos, incluyendo tres reservas naturales, seis parques nacionales, 15 santuarios de aves y una zona protegida de especial interés medioambiental. De esta forma se ha recuperado la población de oso polares.
La ciudad donde está prohibido morirse
En estas latitudes la capa del subsuelo permanece todo el año helado. Es el permafrost que no deja crecer los árboles ni cultivar ningún alimento.
Longyearbyen se conoce como la ciudad donde está prohibido morirse, debido a la capacidad de conservar los cuerpos intactos al ser enterrados.
El permafrost también es el responsable de la ubicación del Banco Global de Semillas, que alberga cien millones de simientes de plantas alimenticias. Estas semillas se conservan a 120 metros de profundidad con una temperatura estable de -18 ºC, condiciones que garantizan su conservación durante varios siglos. Ante un cataclismo natural, una guerra o un apocalipsis, el banco de las Svalbard conocido popularmente como “La cámara del fin del mundo” daría una nueva oportunidad al mundo de reconstruirse.
Pero las condiciones de vida no son fáciles al Norte. En estas latitudes polares, las temperaturas no superan los 5ºC, y pueden llegar hasta los -50 ºC. Durante varios meses el sol no llega a salir. Hay una noche oscura que dura meses, con auroras boreales danzando hasta la nueva llegada de la luz, el sol de medianoche.
Y es ahí, en el solsticio de verano donde se observa el paisaje compuesto por tres colores: Blanco, Negro y Azul.
Los colores del Ártico
Esa limitación cromática lejos de perjudicarlo lo engrandece. Las montañas quedan reducidas a blanco y negro, trazos y líneas que forman extravagantes dibujos en tinta china sobre un lienzo blanco.
El azul aparece en todas sus tonalidades, el cielo, el mar, el agua convertida en esculturas flotantes, esas formas que invitan a la observación, a la ambigüedad, al encuentro con emociones y sentimientos.
Es en el mar Ártico donde los reflejos y las pequeñas ondulaciones del agua de repente cobran vida. Un mar manso en pocos minutos renace, se eleva, se enfurece y aparece con todo su esplendor y bravura.
Y es entonces cuando recordamos las vicisitudes del Fram, probablemente el barco de madera más resistente jamás construido. Y vemos a Nansen, a Peary, a Amundsen y a todos esos marineros curtidos, soportando largos años de espera atrapados en el hielo para conquistar la gloria de los polos.
La casual conquista del polo Sur
Amundsen es un personaje muy querido y presente en la historia de las islas.
Siempre recordado como el primero en conquistar al polo Sur cuando realmente su primer propósito fue conquistar el polo Norte.
Tras varios años conviviendo con los locales y aprendiendo técnicas de supervivencia, planeó una expedición hacia el Norte. Pero tras tener noticias de que Robert Peary se había adelantado en ser el primer hombre en llegar al polo Norte, hoy en día un hecho muy criticado y cuestionado ampliamente, Amundsen cambió sus planes en secreto.
Sin informar a sus patrocinadores ni su tripulación, puso rumbo al Sur. Llegó el 14 de Diciembre de 1911, adelantándose treinta y cinco días a su compañero el explorador Scott, que pretendía ser el primero en llegar.
Finalmente, Amundsen fue reconocido por ser el primer explorador que pisó los dos polos, acabando sus días en el Ártico que tanto amaba, desaparecido en sus aguas pilotando un avión en una misión de rescate.
Al observar estos paisajes de montañas rodeadas de agua y entre esos colores, Blanco Negro y Azul, llegamos a sentir que quizás el alma de Amundsen haya logrado reunirse con Frankenstein, personaje literario que Mary Shelley también hizo desaparecer entre los hielos del Norte.
Tanto la fragilidad de este entorno y su fauna como la vida de estos dos protagonistas, uno real y otro imaginario, pero ambos con historias increíbles, son los que me han inspirado para realizar esta serie de imágenes.
Todo es posible en las aguas del Ártico.
¿Quién es Nuria Murillo Lara?
Nuria es una fotógrafa que trabaja para construir una mirada sobre el paisaje natural.
Le gusta redescubrir lo cotidiano para engrandecer pequeñas historias.
Ha participado en numerosas exposiciones colectivas, y en su última muestra individual, en el Colectivo Imagen de Fuengirola, su obra se basó en la concepción clásica de los 5 elementos naturales de Aristóteles.
Pertenece al Colectivo Imagen de Fuengirola, a la Sociedad Fotográfica de Málaga y a la Confederación Andaluza de Fotografía.
Forma parte, junto a Mercedes Higuero Bisbe, de Lara&Bisbe. Un diálogo entre dos fotógrafas sobre la naturaleza y la arquitectura a partir de juegos e historias visuales.
El viaje de Nuria Murillo a Svalbard es la quinta entrega de la convocatoria Periplos. Una iniciativa que lanzamos este verano para amantes del mar y la fotografía.
Con esta iniciativa queremos que compartas con nosotros y nuestros sea lovers tu pasión por el mar.
👉 Si tienes una serie fotográfica sobre un destino de mar que te apasione, descárgate las bases en este post y participa. Estamos deseando viajar al mar contigo.
¿Qué te ha parecido esta inmersión en el Ártico de Nuria? Las historias de exploradores nos fascinan, ¿y a ti?, ¿eres un explorador de los mares? Cuéntanoslo en los comentarios de este post👇
10 replies to “Nuria Murillo nos lleva a Svalbard con su serie fotográfica ‘Blanco, Negro y Azul’”
Jose Manuel
Nuria, cada vez te superas más.
Gran trabajo.
Ana Zaragoza
Gracias por tu comentario Jose Manuel, estamos de acuerdo en que Nuria tiene un trabajo excelente 😉
Ana Maria Sendra Hernández
Una pasada de texto y fotografías, que te dejan atrapadas en la historia. Enhorabuena Nuria
Ana Zaragoza
Desde luego, Nuria nos ha dejado a todos atrapados en el hielo 🙂 Gracias por tu comentario.
Ana N
A estas horas de la madrugada, oyendo el viento de levante soplar con fuerza contra mi ventana, me he dejado llevar por tus palabras e imágenes a ese lugar helado en el que solo estuve en sueños. Gracias!
Ana Zaragoza
Es una maravilla que Nuria te haya llevado del levante a los hielos 🙂 Gracias por tu mensaje, Ana.
Jose Luis Lleonart
Espectacular el reportaje.
Enhorabuena a la Fotógrafa y a Just the sea por compartirlo.
Ana Zaragoza
Gracias a ti, Jose Luis por leernos. Un abrazo.
Sandra
Admiro la capacidad de Nuria de captar belleza. Me inspira su energía y como disfruta tras su cámara. Muy interesante la información que comparte y qué fotos más bonitas!! Cuánta magia! Cuánto arte y amor en lo que haces. Gracias por compartirlo. CUÁNTA BELLEZA
Ana Zaragoza
No podemos estar más de acuerdo contigo, Sandra. Gracias por compartir tus sensaciones con Just The Sea.
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