Viajamos al Peloponeso con la fotógrafa Carolina Martínez. Un periplo de mar en el que la autora nos invita a fantasear con la mitología griega.
Sus fotografías son sencillas y directas. A primera vista fotos normales. Pero detrás de ese mediterráneo desvencijado que nos muestra está presente el mito, en esos detalles que solo su mirada sabe ver.
El mar que todo lo da y la fascinación por la mitología griega
Carolina nació y vive al lado del mar.
Para ella el mar es como un padre furioso al que siempre vuelve cuando necesita inspiración o consejo.
«Todo lo da y todo lo quita» dice Carolina. Pero ella no sabría vivir sin las playas de invierno y, mucho menos, sin el salitre y el sol del verano en su piel.
«Soy atlántica y ese carácter solo lo imprime el mar. No podría desligarme de él en ningún aspecto», comenta la autora.
Fascinada por la mitología y la historia de Grecia desde pequeña, Carolina Martínez se aficiona al Mediterráneo al crecer y, desde entonces, ha intentado visitar cada año un destino meridional.
Grecia siempre estuvo entre sus destinos preferidos y, en esta ocasión, el Peloponeso destacó como el lugar a donde ir.
«Historia, mitología, playas, gastronomía y una ruta circular perfecta para las casi dos semanas de las que disponía. Llegué a este sur recóndito respondiendo a la llamada de sus costas, su promesa de héroes y mitos y su sol» apunta Carolina.
Paisaje y leyenda
Para Carolina, este viaje fue especial por muchos motivos, entre ellos, el hacer realidad paisaje y leyenda en un lugar mítico que habitaba en su subconsciente.
«Pude imaginar a Hércules dando muerte al León de Medea mientras bebía un vino infame, al lado de unas ruinas, en casa de una alegre señora que nos preparó algo de comer. También pude sentarme al borde de la entrada al Hades en el punto más meridional de Europa, imaginando a Perséfone surgir de entre esas aguas turquesas para reclamar a Deméter por seis meses, (ya que comenzaba el otoño)».
El viaje fue a a principios de octubre, cuando ya no había ni rastro de turistas y es por eso que el Peloponeso se ha instaurado en la memoria de Carolina como su Ítaca particular.
En palabras de la autora, el Peloponeso es «un lugar al que hay que llegar y que está en lucha tensa contra el tiempo. Un tiempo que se ve obligado a detenerse, a instalarse en los templos y en las teces curtidas de sus habitantes».
Aquí el mar lo es todo
«En el mapa, la parte sur del Peloponeso parece un deforme diente que acaba de ser extraído de la encía, con tres penínsulas que sobresalen hacia el sur como raíces irregulares y cariadas». «Así describe Patrick Leigh Fermor el Peloponeso y es que, a veces, esta tierra ruda y árida parece estar salpicada de caries que, como accidentes orográficos, dotan a esta zona de un carácter especial» cuenta Carolina.
«El recóndito Mani con su cabo Matapán, restos de templos a dioses muertos, escarpadas montañas y su tiempo en pausa.
El tiempo, que habita en las miradas profundas y en el esmeralda perpetuo del mar, se ha aliado con el sol y juntos juegan a levitar sobre la tierra sin tocarla.
Aquí el mar lo es todo. Besa la costa, te abre camino al Hades y alberga los restos de templos a dioses aun no olvidados.
En los pueblos sientes la necesidad de hablar en voz baja y respirar muy profundamente. Nadie quiere molestar a las nereidas y tritones que parecen acariciarte los pies al bañarte en los espigones.
Y así quise que permaneciera el recuerdo de este viaje. En estas imágenes de mar en calma y de tierra a la espera».
Empieza a interesarse por la fotografía con 13 años y se forma con fotógrafos locales como Jorge Meis, con quien descubre el laboratorio en blanco y negro y empieza a profundizar en teoría fotográfica.
Después de asistir a diversos Campus de PHotoESPAÑA siente la necesidad de profundizar y teorizar más en el acto fotográfico y se forma en talleres de la Universidad de A Coruña y en el MACUF (Museo de Arte Contemporánea Unión Fenosa).
Del 2012 al 2015 es seleccionada en diferentes convocatorias y visionados que le sirven para seguir desarrollando su trabajo fotográfico.
En 2018 publica su primer libro de fotografía con la editorial Cousa Nostra: ‘all tomorrow’s parties’.
El viaje al Peloponeso de Carolina Martínez es la tercera entrega de la convocatoria Periplos. Una iniciativa que lanzamos este verano para amantes del mar y la fotografía.
Con esta iniciativa queremos que compartas con nosotros y nuestros sea lovers tu pasión por el mar.
👉 Si tienes una serie fotográfica sobre un destino de mar que te apasione, descárgate las bases en este post y participa. Estamos deseando viajar al mar contigo.
¿Qué te ha parecido el viaje de Carolina? Nosotros ya hemos añadido el Peloponeso a nuestra lista de próximos viajes, ¿y tú?, ¿ya has estado allí? Cuéntanoslo en los comentarios de este post👇
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Carolina Martínez nos lleva al Peloponeso con sus fotografías
Viajamos al Peloponeso con la fotógrafa Carolina Martínez. Un periplo de mar en el que la autora nos invita a fantasear con la mitología griega.
Sus fotografías son sencillas y directas. A primera vista fotos normales. Pero detrás de ese mediterráneo desvencijado que nos muestra está presente el mito, en esos detalles que solo su mirada sabe ver.
El mar que todo lo da y la fascinación por la mitología griega
Carolina nació y vive al lado del mar.
Para ella el mar es como un padre furioso al que siempre vuelve cuando necesita inspiración o consejo.
«Todo lo da y todo lo quita» dice Carolina. Pero ella no sabría vivir sin las playas de invierno y, mucho menos, sin el salitre y el sol del verano en su piel.
«Soy atlántica y ese carácter solo lo imprime el mar. No podría desligarme de él en ningún aspecto», comenta la autora.
Fascinada por la mitología y la historia de Grecia desde pequeña, Carolina Martínez se aficiona al Mediterráneo al crecer y, desde entonces, ha intentado visitar cada año un destino meridional.
Grecia siempre estuvo entre sus destinos preferidos y, en esta ocasión, el Peloponeso destacó como el lugar a donde ir.
«Historia, mitología, playas, gastronomía y una ruta circular perfecta para las casi dos semanas de las que disponía. Llegué a este sur recóndito respondiendo a la llamada de sus costas, su promesa de héroes y mitos y su sol» apunta Carolina.
Paisaje y leyenda
Para Carolina, este viaje fue especial por muchos motivos, entre ellos, el hacer realidad paisaje y leyenda en un lugar mítico que habitaba en su subconsciente.
«Pude imaginar a Hércules dando muerte al León de Medea mientras bebía un vino infame, al lado de unas ruinas, en casa de una alegre señora que nos preparó algo de comer. También pude sentarme al borde de la entrada al Hades en el punto más meridional de Europa, imaginando a Perséfone surgir de entre esas aguas turquesas para reclamar a Deméter por seis meses, (ya que comenzaba el otoño)».
El viaje fue a a principios de octubre, cuando ya no había ni rastro de turistas y es por eso que el Peloponeso se ha instaurado en la memoria de Carolina como su Ítaca particular.
En palabras de la autora, el Peloponeso es «un lugar al que hay que llegar y que está en lucha tensa contra el tiempo. Un tiempo que se ve obligado a detenerse, a instalarse en los templos y en las teces curtidas de sus habitantes».
Aquí el mar lo es todo
«En el mapa, la parte sur del Peloponeso parece un deforme diente que acaba de ser extraído de la encía, con tres penínsulas que sobresalen hacia el sur como raíces irregulares y cariadas». «Así describe Patrick Leigh Fermor el Peloponeso y es que, a veces, esta tierra ruda y árida parece estar salpicada de caries que, como accidentes orográficos, dotan a esta zona de un carácter especial» cuenta Carolina.
Y nos sigue relatando sus impresiones:
«El recóndito Mani con su cabo Matapán, restos de templos a dioses muertos, escarpadas montañas y su tiempo en pausa.
El tiempo, que habita en las miradas profundas y en el esmeralda perpetuo del mar, se ha aliado con el sol y juntos juegan a levitar sobre la tierra sin tocarla.
Aquí el mar lo es todo. Besa la costa, te abre camino al Hades y alberga los restos de templos a dioses aun no olvidados.
En los pueblos sientes la necesidad de hablar en voz baja y respirar muy profundamente. Nadie quiere molestar a las nereidas y tritones que parecen acariciarte los pies al bañarte en los espigones.
Y así quise que permaneciera el recuerdo de este viaje. En estas imágenes de mar en calma y de tierra a la espera».
Carolina Martínez Rodríguez es ingeniera y fotógrafa.
Empieza a interesarse por la fotografía con 13 años y se forma con fotógrafos locales como Jorge Meis, con quien descubre el laboratorio en blanco y negro y empieza a profundizar en teoría fotográfica.
Después de asistir a diversos Campus de PHotoESPAÑA siente la necesidad de profundizar y teorizar más en el acto fotográfico y se forma en talleres de la Universidad de A Coruña y en el MACUF (Museo de Arte Contemporánea Unión Fenosa).
Del 2012 al 2015 es seleccionada en diferentes convocatorias y visionados que le sirven para seguir desarrollando su trabajo fotográfico.
En 2018 publica su primer libro de fotografía con la editorial Cousa Nostra: ‘all tomorrow’s parties’.
El viaje al Peloponeso de Carolina Martínez es la tercera entrega de la convocatoria Periplos. Una iniciativa que lanzamos este verano para amantes del mar y la fotografía.
Con esta iniciativa queremos que compartas con nosotros y nuestros sea lovers tu pasión por el mar.
👉 Si tienes una serie fotográfica sobre un destino de mar que te apasione, descárgate las bases en este post y participa. Estamos deseando viajar al mar contigo.
¿Qué te ha parecido el viaje de Carolina? Nosotros ya hemos añadido el Peloponeso a nuestra lista de próximos viajes, ¿y tú?, ¿ya has estado allí? Cuéntanoslo en los comentarios de este post👇
2 replies to “Carolina Martínez nos lleva al Peloponeso con sus fotografías”
Jose Luis Lleonart
Magnífico periplo.
Una nueva forma de conocer mundo.
Muchas gracias Carolina y también a Just the Sea.
Ana Zaragoza
Hola Jose Luis,
Muchas gracias por tus palabras.
Sigue atento a nuestro JOURNAL, seguiremos compartiendo periplos emocionantes como el de Carolina.
Felices Fiestas 🙂
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